lunes, 20 de febrero de 2017

Cuando nadie nos ve..





Dicen que a cierta edad las personas nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años muy jóvenes, las figuras delgadas y espectaculares...
Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo...
Es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi existencia.
Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable. Pero nunca como hoy fui tan consciente de mi existencia, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento como ahora.
Ahora sé que no soy la princesa del cuento de hadas y que no necesito que me venga a salvar un príncipe azul en su caballo blanco, porque ni soy una princesa, ni vivo en una torre, ni tengo a un dragón que me esté custodiando. 
Hoy me reconozco mujer, capaz de amar. Sé que puedo dar sin pedir, pero también sé que no tengo que hacer nada, ni dar nada que no me haga sentir bien. Por fin encontré, hasta ahora, al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas. 
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás.
Y a pesar de ello.... ¡quererme mucho!
Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui... Sonrío a la que soy...
Celebro la posibilidad de elegir, a cada instante quien quiero SER,
me alegro del camino andado, de la experiencia que me dieron estos años.
Asumo mis contradicciones. Valoro lo recorrido.
Tan mal no me fue... ¡Estoy acá!
¡Qué bien vivir sin la obsesión de la perfección!.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tal vez le interese esto...